Meditar con cuarzos elestiales: escuchar la memoria de la tierra.

La tierra es una entidad viviente, que respira y que evoluciona, como nosotros. Tiene campos de fuerza y energías sutiles. Tiene venas y arterias de minerales y sustancias que guardan fuentes de energía que reciben y transmiten constantemente.

Las piedras preciosas son minerales transmisores y receptores de energía cósmica enterrada en la tierra. Los antiguos nos dijeron que los cristales transmitían secretos cósmicos al hombre, que contienen formas de pensamiento y misterios importantes del pasado. ¿Acaso no los usamos para ampliar las ondas sonoras en un receptor de radio, o las ondas luminosas en un receptor de televisión?

Al igual, los cristales amplían las ondas de consciencia de pensamiento en el receptor del cerebro humano. Han almacenado la radiación recibida durante millones de años. Rayos cósmicos, radiación solar… se ha concentrado en el interior de estos cristales, alterando su aspecto, la estructura cristalina se enriquece. Son, por tanto, un registro histórico, capaces de acumular patrones energéticos de cientos o miles de millones de años.

El llamado cuarzo elestial o Yacaré es el más valioso de los cuarzos, el archivador o el registrador. Se le llama cuarzo esquelético o yacaré (caimán), por su parecido en las escamas de un réptil. Estos cuarzos tienen la particularidad de tener una cristalización misteriosa, atípica; interiormente tienen multitud de cristales sobre los que sigue evolucionando.

Ventanales donde asomarse, extasiarse ante espléndidas galaxias. Contienen tales conocimientos que ningún superordenador resultaría tan eficaz. La memoria de la tierra.

El elestial guarda paralelismo con la biología humana; manera de vida basada en la química orgánica del carbono. El cuarzo, mineral más abundante en la corteza terrestre, es esencial en la vida del planeta, altamente apreciado por su comportamiento resonante, sometido a un estímulo eléctrico sigue vibrando en una cierta frecuencia en función de las peculiaridades del cristal. Estas piedras intensifican nuestra vibración, abren un portal, elevando el mensaje, indicando el rumbo correcto.

Si hablamos de Lemuria y de la Atlántida, las dos civilizaciones antiguas que nos precedieron, allí se consideraba que el uso de los cristales de cuarzo y de las piedras preciosas eran las piezas angulares para el proceso de ampliación del pensamiento por el que, con voltaje elecromagnético aplicado aumentaba la vibración de las ondas cerebrales.

Se meditaba con los cristales de cuarzo sobre las semillas para aumentar las cosechas, sobre las personas para hacerlas crecer espiritualmente, sobre la tierra para sanarla. Se utilizaban cristales para aumentar la efectividad de muchas otras terapias. Por ejemplo, si los puntos de acupuntura eran estimulados por agujas de acero inoxidable parcialmente cubiertas de cristal de cuarzo, se producía una intensificación de la efectividad de la terapia.

Los cristales tienen su propia velocidad de vibración. Son el registro de esa memoria de la tierra, y comenzaron a almacenar en ellos su propia radiación debida a ese momento histórico y energético. Aprovecharon la identidad de cada uno de ellos, un cristal que vibrase lentamente era un instrumento maravilloso para la meditación profunda, aquellos con un espectro de vibración más rápido ayudaban a la gente a relacionarse con niveles superiores de consciencia cósmica. Y allí quedó grabado lo que ocurrió, en las piedras, en los registradores.

La meditación con piedras nos lleva a elevar nuestra vibración, y esto se realiza particularmente intenso con cuarzos elestiales, ellos llevan dentro de sí capa tras capa la energía vibracional del momento atlante y lémur, que ahora retorna para trascender el cambio.

Ellos son los registradores de ese campo, y usarlos en nuestra meditación nos llevará a descubrir trozos desconocidos de nosotros mismos. Intensifican, amplían, pero no realizan nuestro trabajo que hemos de realizar, como siempre, únicamente nosotros. Escucharlos es sentir la memoria de la tierra que habla, que nos dice que hubo un tiempo en el que aconteció un gran cambio que ahora vuelve, que hay que trascender, que han almacenado en sus entrañas ese momento y si queremos volver a sentirlo solo tenemos que sintonizar la frecuencia en su interior, para sanarlo, para pasar a la siguiente etapa del camino.

Busca un cuarzo elestial, se diferencian del resto porque tienen capas superpuestas unas sobre otras, y porque en su interior tienen marcados unos diminutos peculiares triángulos, y sostenlo en tu mano, si no sientes nada, todavía tienes mucho trabajo por delante. Y si lo sientes, aplícalo a distintas partes de tu cuerpo, y atrévete a colocártelo en el chakra de la coronilla, y déjate llevar…

(Artículo de la periodista, escritora y meditadora Ana Sabater  sobre los beneficios de los cuarzos en la meditación).

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