La lección del Junco

He aquí un lugar remoto, tierra adentro, perdido en el mapa entre ríos caudalosos y montañas que se alzan cielo arriba. Un fragmento del paisaje igual a muchos otros. Nadie parece fijarse en él. En un punto del camino hay una pequeña edificación que todos han visto miles de veces, igual a muchas otras edificaciones vistas de la misma manera. Dentro, está el motor que extrae agua de un pozo; agua más valiosa que el petróleo en este terreno seco y áspero. Al lado de la casita, y solitario como ella, había un roble. Grande, fuerte y majestuoso, parecía acompañarla, vigilarla y protegerla. También cerca de la casa, creciendo en el mismo margen de la acequia que salía de ella, había unas matas de junco. Verde, fresco y ondeante, jugaba con el agua que manaba del pozo, centelleando con mil colores. El roble, tan viejo que había olvidado hasta su edad, y creyéndose el dueño del paisaje, solía increpar al junto. - ¿Pero cómo se puede ser así, como tú? –le pregunt...