Cuando meditar es el remedio
Según especialistas, la ciencia lo incorpora como tratamiento complementario para fortalecer el sistema inmunológico; también reduce el estrés.
Testimonios:
Las zapatillas quedan en el umbral de la sala de pisos de madera impecables y aroma a sahumerios. Las paredes, bordeadas de almohadones. Allí empiezan a acomodarse uno a uno los alumnos de meditación los viernes al mediodía. La instructora, Mónica Correira Nobre, se mete en la medialuna que conforma el grupo y empieza a hacer sonar unos cuencos de cuarzo con un movimiento que la convierten en una especie de cocinera ancestral: sus baquetas, como cucharas de madera, giran rozando los bordes y así esparcen un sonido venido de otro lugar, de otro tiempo.
Carmen cuenta que hace 20 años que medita y lo hace porque la relaja y la mantiene alejada de los médicos. "Lo más notable es que se me terminaron los problemas intestinales", dice, y se explaya varios minutos hablando de una vida más tranquila en todo sentido, "sin dolores de cabeza, sin estrés".
Como ella, cada uno de sus compañeros habla de las bondades de la meditación en sus cuerpos, en sus mentes, en lo afectivo, también. Menos dolores de cabeza y de estómago, regularización de la hipertensión arterial, menos ansiedad y estrés, mejor relación con los pares y la lista sigue. La ciencia recoge estos testimonios y empieza a reconocer a la meditación como un tratamiento complementario a los de medicina tradicional.
El psicoterapeuta Martín Reynoso, experto en Mindfulness (atención plena) del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco), explica que la meditación tiene efectos positivos en los pacientes que la sostienen en el tiempo. "Está comprobado que activa la parte frontal izquierda del cerebro, lo que genera emociones positivas, reduce la ansiedad y el estrés; a la vez, también mejora el nivel de atención y se fortalece el sistema inmunológico", enumera el especialista.
Así, cada vez que la ciencia logra corroborar la eficacia terapéutica de la meditación ésta se gana un espacio más relevante. Uno de los hallazgos recientes sobre el poder de la meditación la difundió el Laboratorio de Neuroimágenes de la Universidad de California, Estados Unidos, donde se descubrió que meditar genera cambios en la estructura del cerebro. Concretamente, la investigadora Eileen Luders demostró que las personas que meditan tienen más materia gris en las zonas del cerebro relacionadas con el control de las emociones.
Luego de una hora, cuando la clase de meditación está llegando a su fin la instructora toma los din din, dos platillos de metal que suenan como pequeñas campanas. Es el despertar de una clase en la que se buscó la concentración como para lograr descansar el cuerpo y la mente. "La idea es ser consciente de cada una de las partes del cuerpo y hallar el propio eje, el centro de uno", dice Mónica, después de la hora de ejercicios y meditación.
Luego del tintineo, los ojos buscan abrirse pero lentamente, como si los párpados pesaran o como si realmente estuvieran despertando de un largo sueño. Los alumnos aún permanecen quietos, silenciosos, en posición de indios; sus espaldas, derechas. "Es duro, pero hay que retomar el día", le dice en voz bien baja Beatriz a Andrea, que sonríe y se dispone a buscar sus zapatillas.
Por Verónica Dema
VIA DIARIO LA NACION
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